Enciclopedia de la Psicánica
Felicidad
La felicidad es el espectro de experiencia que va del peor de los sufrimientos al éxtasis más grandioso. Toda experiencia es causada por la energía; la polaridad felicidad<>sufrimiento es un espectro de la energía. Es, de hecho, la misma energía de las emociones. Las emociones que experimentas a lo largo de la vida se reducen a felicidad<>dolor. La felicidad<>sufrimiento vital no proviene de los eventos que ocurren, sino de lo que sientes acerca de esos eventos, de la forma en que reaccionas a los mismos. Nunca serás capaz de controlar la mayoría de las cosas que ocurren en tu vida, pero puedes controlar tus energías, tu experiencia sobre esos eventos. Éste es el único tipo de control que necesitas para ser feliz.
La felicidad es emocional; es cómo te sientes, lo cual es el resultado de quien eres, de tus identidades. No importa mucho lo que te pasa en la vida: lo que verdaderamente importa es cómo te sientes con relación a lo que te pasa. Las emociones son el Amor. Como te sientas está determinado por tu ser = quien eres = tu identidad que asumes ante los eventos. Tu identidad determina tu amor propio o tu antiamor propio, dependiendo si estás en RIPs o RINs. De este modo, la única felicidad real es ser quien tú amas ser. La única felicidad verdadera es el amor propio, el amor hacia uno mismo. La felicidad es la experiencia del amor propio cual resulta de las identidades. El amor propio y, por tanto, la felicidad, son cómo te sientes acerca de ti mismo según la identidad que tengas activada de momento. Así, la felicidad se determina internamente (por las identidades) y no depende ni es causada por las circunstancias externas.
Uno de los primordiales propósitos de la psicánica es mostrarte cómo ser feliz todo el tiempo no importa qué. La manera principal con la que se logra ser feliz es mediante la descreación de las identidades negativas y el realce de las identidades positivas.
La felicidad última es la dicha y el éxtasis místicos de la experiencia del AMOR y de la UNIDAD; es decir, el regreso al Reino del Cielo, a la morada de Dios. La felicidad última, entonces, es ser la identidad máxima y absoluta; y alcanzar ESTO es la motivación subyacente del Imperativo Experiencial.